lunes, 3 de junio de 2013

¿Lo sabes tú?

Me acuerdo de lo atrapada que se sentía, el aire se limitaba a entrar y salir por su nariz para mantenerla viva, pero solo parcialmente. Sentía la más horrorosa de las impotencias, recuerdo que con la mirada me pedía que escribiera por ella, pero sus más profundos sentimientos estaban demasiado bien guardados para salir a la luz. Se lamentaba y avergonzaba  de su ignorancia, ojalá hubiese podido contar con las mismas cartas con las que yo cuento hoy en día. Su ternura era repartida entre todos. Indiscreta, parlanchina y terriblemente insoportable a veces, así la recuerdo yo. No la considero una persona especialmente cariñosa, era especialmente seca, pero recuerdo con mucho cariño los momentos en los que me arropaba de pequeña. Si anteriormente, me describía a mi misma como una persona cobarde, ella era el ejemplo perfecto de valentía. Si sus sentimientos hubiesen sido plasmados por ella misma en un papel, probablemente yo no estaría describiéndola. Orgullosa, como todos supongo. Me acuerdo de que sus manos siempre estaban calientes y que su perfume siempre inundaba cada estancia. El peor de los asesinos, el propio tiempo se encargó de dejar huellas sobre su piel, es fácil averiguar de quien hablo, todos y todas tenemos o tuvimos una imagen parecida a la mía.

El momento que al principio de este relato os contaba, supuso un antes y un después para mi. Hay imágenes y segundos que taladran el cerebro y ese forma parte de uno de ellos. No hubo lágrimas, ella jamás se mostraría tan débil.

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