jueves, 15 de agosto de 2013

¿Quién soy y qué quiero?

Es curioso como cuando una persona me importa realmente, mi capacidad de entrega emocional no tiene límites. No hablo de amor. Además, esa palabra no la entiendo. Hablo de ser incapaz de pensar en otra cosa, de no poder dejar de lado a dicha persona. Quizás sea porque no me resigno a dejarla marchar, de desear tenerla en mi vida para siempre. Casi como una obsesión. Y después, ocurre. Desaparece. Mi alma ha dejado de sentir aquello tan intenso. Tan intenso que hasta daba miedo, por no ser normal. Soy desastrosa hasta para conservar sentimientos. Estos vienen y desaparecen sin más. No los entiendo, no sé vivir conmigo misma y soy incapaz de convivir con los demás. Como si mi mente y mi alma se hubiesen cansado, y ya no quisieran entregarse por completo a dicha persona. Esa estúpida sensación desaparece y me quedo vacía. Después suelo coger un buen libro y leer sobre la vida. A veces, como en aquella película de Josh Radnor, suelo pensar en las palabras de un personaje: "decidí dejar de leer sobre la vida para empezar a vivir la vida". Hasta que, justo antes de quedarme dormida la pregunta de siempre aparece en mi cerebro para quedarse

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