jueves, 17 de septiembre de 2015

Eres a veces daño, otras trampolín, unas abismo, pero siempre refugio. Me haces crecer como persona, y no quiero cansarme nunca de demostrarte que no quiero irme, ni que me dejes ir, ni que te vayas.

Y parece mentira, pero ya han pasado más de 100 días desde que nos conocimos, y siempre, siempre, siempre, fuiste bello porque nunca hubo barreras nítidas entre la amistad, el amor, el deseo o la admiración.

Que cuando faltas, me transformo en una montaña de miedos, ansiedad que acababa transmitiendo a mi alrededor. Pero nunca, nunca, nunca, pienso sentirme responsable de tu ausencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario